Mientras caen mis lágrimas –sí, el radical y extraño
individuo al que señaláis y crucificáis con vuestra mirada también tiene
sentimientos- me dispongo a desarrollar este escrito que no tiene otra
intención que la de liberar y consolar mi alma. Siempre he tenido la intención
de expresar lo que siento mediante un texto escrito pero me ha podido la falta
de ganas, los días me las quitan, se me come la desidia y con tan solo
dieciocho años de vida, ¿qué será de mí cuando pueda sentir en mi nuca el
mismísimo aliento de la propia muerte? No mentiré diciendo que estos sentimientos de soledad y rabia que hoy me
impulsan a escribir son solo fruto del trato con los demás individuos de mi
entorno, son fruto de la decadencia de mi generación, de este sentimiento pesimista
que cual parásito se agarra fuerte a mi corazón, son fruto de mi individualismo
y mi dichoso afán de conocer, son fruto de la tortura inevitable a la que me
someto cada día al adentrarme en mi cabeza, son sentimientos nacidos de la
preocupación por los demás, sino queréis creerlo, en vuestra mano está.
Antes de nada quiero pedir disculpas a todo aquel al que
haya podido molestar u ofender al expresar lo que pienso, mi pasión hacia el
conocimiento y hacia la superación de todo lo vulgarmente humano hacen que mis
discursos se controlen por lo
dionisíaco, dejando a veces de lado todo lo apolíneo. Es mi prioridad, creedme,
hallar el equilibrio entre estos dos aspectos, y lo intento, pero lo siento,
animales somos y como animales nos comportamos, y la pasión es algo
irreprimible.
Después de esta pequeña disculpa, quiero exponer la
preocupación que me invade al mirar a mi alrededor, veo personas como simples
rebaños de ovejas, sobre todo los jóvenes, ¿por qué os dejáis llevar por lo mal
llamado normal? Afirman ser únicos, y son de todo menos eso, son peces muertos
a merced de la corriente, lo peor de todo, es que no quieren verlo o peor aún,
no se atreven a verlo. La mediocridad ha infectado a la sociedad, la carcome
poco a poco, la desgasta silenciosamente cual roca deshaciéndose a merced del
poderoso tiempo. Algunos estarán de acuerdo conmigo, otros, como de costumbre,
me tacharán de radical e incluso de creído; siento decir que yo no soy nadie,
no soy superior a nadie –lo que pasa es que en la oscuridad, el más mínimo
ápice de luz es visto como una iluminación celestial- no soy nada más que mente
y corazón, una mente y un corazón que cuido y cultivo, no porque así lo quiera,
sino porque ellos mismos me lo imploran. He aquí mi crítica hacia los mediocres,
lo que falla es la actitud, la mentalidad, no quiero que penséis como yo,
quiero que mantengáis la misma actitud
que yo, abrir los ojos y ver más allá de lo aparente, nada es lo que parece,
nada es porque sí, todo tiene un por
qué, todo tiene algo detrás. Sois
mediocres en actitud, a partir de aquí que cada uno lo interprete como quiere,
y que se dé por aludido quien tenga que hacerlo.
Algo que me planteo día a día al acudir a mi clase es: ¿es
que acaso no tenéis más objetivos que hacer una carrera que lo único que os
otorga es la pala para cavar tu propia tumba? Es inevitable entrar en ese mundo
ya que sin notas y sin carrera no vales nada en este sistema, pero por ello no
debes convertirlo en tu realización personal, en tu obsesión, el conocimiento
es para el crecimiento personal, la educación debe cultivar nuestra mente, no
educarla para saber producir mercancías, somos personas no medios de
producción. El conocimiento es vida, la vida es crecer, superarse y conocer.
Si sirve de consuelo, no toda la culpa la tiene las personas
ciegas –así es como me referiré a los mediocres porque eso es lo que son,
ciegos que no quieren ver, mediocres de alma- ellas no son más que víctimas del
sistema, víctimas de la manipulación de, en términos marxistas, la
superestructura social. Ante la destrucción
de la persona, ante la propia
deshumanización que lleva a cabo el sistema capitalista debemos gritar basta,
debes sacar el martillo y destruir creando.
Es todo esto por lo que me siento solo, nadie a mi alrededor
demuestra esa actitud del “übermensch”, una actitud contra la ceguera, una
actitud de ir más allá, de amor a uno mismo y querer crecer personal e
intelectualmente, es en estos días en los que empieza a brotar en mí el sentimiento
de resignación, pero no, sé que soy distinto a todo eso, que mi sitio aún debe
ser encontrado, que los que sienten esta preocupación tal y como la estoy
mostrando aún deben ser conocidos por mí, quiero creer que no estoy solo,
simplemente aún no ha llegado el momento.
Mientras tanto, sigo con mi papel de Zaratustra, sigo
intentado abrir los ojos a los demás, no soy ningún profeta, soy alguien que no
quiere estar solo en el mundo y, por ahora pocas personas han logrado hacerme
sentir cómodo en él, tengo que convencerme de que los locos sois vosotros. Quien
lea esto y se sienta ciego y mediocre de alma que cambie por amor a sí mismo,
quien lea esto y comparta mi opinión que me lo haga saber pues en su busca
estoy, no me dejéis acabar como Larra.